“Cuando yo fui secuestrado tenía 26 años”, comienza relatando Víctor Fernández, el último sobreviviente y querellante de la causa “Operativo La Toma”, único juicio por los delitos de tortura y desaparición de personas de la última dictadura militar en la provincia de San Luis.
En el documental “En primera persona”, de tan sólo once minutos, realizado en el 2016 por estudiantes de cine de la Universidad de La Punta, Víctor reconoció que la empresa en la que trabajaba en ese entonces quiso tomar represalias contra él y el grupo de inspectores luego que lograran formalizar a cerca de 300 empleados que la empresa tenía sin registrar.
Víctor y René, su esposa, se desempeñaban como inspectores en la sede de La Toma, del Ministerio de Trabajo de la Nación.
“El 21 de septiembre de 1976, a las cuatro y media de la mañana, una gran cantidad de militares, alrededor de 150, irrumpieron en mi casa”, señaló Víctor. “Abran la puerta o los mato a todos”, fue lo que escuchó René antes de que el terror se hiciera presente dentro de su hogar, en donde sus hijos dormían.
“Cuando yo me levanto y abro la puerta, dispararon”, afirmó René, quien también en el documental expresa que no murió de milagro, ya que la bala fue a dar en el techo y luego con un florero. “Dios se puso delante mío”, indicó. Luego de eso contó que entraron dos personas altas, de camisa celeste, buscando al “Gringo Fernández”, su marido. Lo que siguió después en la vida de la familia Fernández, no fue más que el horror en estado puro.
Víctor fue trasladado junto a otras personas a un centro clandestino en San Luis Capital, donde recibieron torturas de todo tipo. Golpes, las picanas y los tambores con agua son algunos de los métodos de tortura que los militares usaron contra los secuestrados. “Se divertían con vos. Te decían que te iban a matar y te gatillaban en la cabeza”, relató Víctor.
René, embarazada de cinco meses, fue a San Luis Capital en búsqueda de Víctor. “A mí me decían que me fuera, pero yo en ningún momento dejé de buscarlo. Había mucho miedo, fue un tiempo muy triste”, expresó René.
Tras varios meses de torturas, traslados y amenazas, Víctor recupera la libertad. “Recupero la libertad con la amenaza de que iba a ser confinado de por vida si yo era sospechoso de cualquier movimiento raro”, contó Víctor.
Al volver al pueblo, ambos relataron que ya no era lo mismo, al punto de que sus hijos sufrían discriminación en la escuela, por lo que tomaron la decisión de mudarse a Villa Mercedes, donde les tocó atravesar una gran pobreza hasta poder sustentarse con su propia granja.